Deriva de la palabra “rocaille”, proviene del francés rocaille, que significa ‘rocalla’. A partir de 1734 se usaba para denominar las incrustaciones de relucientes rocas y conchas propias del arte de los “rocailleurs” o escultores de grutas de los grandes jardines de los palacios barrocos del seiscientos. (Viñamata, 1987)
El estilo rocaille, fue un término peyorativo acuñado por un discípulo del artista neoclásico Jacques-Louis David (Little,2004); escritores y artistas neoclásicos rechazaban y recelaban el Rococó y los valores que connotaba como opuestos a sus aspiraciones intelectuales estoicas y moraliantes. La palabra Rococó pasó también a tener un valor cualitativos, aplicable a lo viejo, recargado y pasado de moda. (Viñamata,1987).
El espíritu rococó representa un elemento dominante del siglo XVIII y los epítetos que caracterizan al Rococó lo hacen en igual medida al Siglo de las Luces. El espíritu libertino, independiente, irreverente, irónico, alegre, egoísta, irregular, frívolo, hedonista, con una predilección por el arabesco, la fantasía, lo imaginario, lo irreal, con un concepto del tiempo basado en lo fugaz, lo efímero, lo que huye, lo imprevisto, el efecto sorpresa; aspectos que en todo se oponen a lo clásico y racional. (Viñamata, 1987)
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